jueves, 28 de octubre de 2010

Historias 1

Me desterraron porque nadie me comprendía, ni yo mismo me comprendo. Siempre perdido en un mar de confusión, ahora me pierdo entre las arenas del árido desierto. Las tinieblas se ciernen sobre mis ojos, las tinieblas abandonan mis ojos, vivo en una constante incertidumbre, entretanto que lucho contra los elementos y contra mi mismo.
Se me dijo que la causa del destierro era haber puesto fin a la vida del Ageómeda, el cual me provoco con promesas de soledad eterna, pues desde que el sol amanecía sentía un profundo odio hacia mi persona.
Ahora que sus promesas se han cumplido empiezo a desfallecer y, ni siquiera he sido capaz, por un simple momento, de dejar a mi mente en el mas profundos de los abismos, en donde pueda pensar con claridad.
Cuando las arenas se batían contra mi con una fuerza inusitada, que no habían visto antes mis ojos, cuando las tinieblas una vez mas se cernían sobre mi, encontré ese lugar.

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Te espero al otro lado de la puerta, estas de espaldas a mi, al otro lado, decidiendo si tocas la puerta. Yo hace mucho que ya dije que estaba preparado para el viaje pues no necesitaba nada mas que tu compañía. Cada segundo que pasa el corazón se contrae un poco, la espera es como un puñal que poco a poco se van hundiendo en mis carnes.
A la espera de que toques la puerta, el tiempo transcurre lentamente.

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